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Documentos secretos prueban que Monsanto libró “una guerra” contra los científicos que vinculan al Glifosato con el cáncer

17 de Julio, 2018

Stacy Malkan para U.S. Right to Know[1]

Traducción colaborativa y adaptación periodística al español: Anabel Pomar

DeWayne Johnson, un padre de familia de 46 años de edad, enfermo terminal de  linfoma no Hodgkin, se convirtió, la semana pasada, en la primera persona en enfrentar a Monsanto y llevarla a juicio por ocultar evidencias sobre los peligros cancerígenos de su herbicida Roundup. Johnson es el primero de unas 4.000 personas que demandaron a Monsanto en cortes estatales y federales de EE.UU alegando que sus cánceres fueron causados ​​por el glifosato, el componente principal del Roundup.  El litigio y los documentos que salen a la luz gracias a su presentación judicial, están exponiendo las tácticas empleadas por Monsanto (ahora una subsidiaria de Bayer) para negar el riesgo cancerígeno de su producto para  proteger sus ganancias.

“Monsanto fue su propio escritor fantasma para algunas revisiones de seguridad”, informó Bloomberg, y un funcionario de la EPA presuntamente ayudó a Monsanto a “matar” el estudio de cáncer de otra agencia. Una investigación de Le Monde detalla los esfuerzos de Monsanto para “destruir la agencia contra el cáncer de las Naciones Unidas por cualquier medio posible” para salvar el glifosato.

Dos artículos de reciente publicación en revistas científicas, basados en análisis de los MonsantoPapers, documentos que salen a la luz pública gracias al juicio en curso contra el Glifosato, prueban la interferencia corporativa de Monsanto en una publicación científica y una agencia reguladora federal, entre otros ejemplos de acciones para desacreditar a los científicos que vinculan a su herbicida con el cáncer.

“La escritura fantasma y el brazo armado de Monsanto socaban gravemente la ciencia y la sociedad”, escribió el profesor de la Universidad de Tufts, Sheldon Krimsky, en un ensayo publicado en junio último. Los documentos revelados, escribe, “desnudan la maniobra corporativa contra la ciencia, que pone en riesgo la salud pública y la base misma de la democracia”.

Esta guerra corporativa contra la ciencia tiene gravísimas implicancias para todos nosotros, considerando que la mitad de los hombres  y un tercio de las mujeres de los EE. UU. , serán diagnosticados con cáncer en algún momento de sus vidas, según el Instituto Nacional del Cáncer.

 

Los documentos que la industria alimentaria no quiere que veas

Durante años, las industrias de alimentos y químicos han puesto su mirada en un objetivo particular en el mundo de la ciencia: la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), un grupo de investigación independiente que durante 50 años ha trabajado para identificar peligros de cáncer para informar políticas que puedan prevenir esa enfermedad.

“¡He estado luchando contra la IARC desde siempre! 🙂 “, escribió un ex científico de Kraft Foods a un ex colega de Syngenta, en un correo electrónico obtenido a través de una solicitud estatal de información pública. “Los alimentos y la agricultura están bajo sospecha desde el Glifosato en marzo de 2015 (NdE: fecha en la que la IARC clasificó al químico como probablemente cancerígeno). Todos necesitamos reunirnos de alguna manera y frenar a la IARC, como han hecho ustedes en el periódico. Las siguientes prioridades (de la Agencia) son todos los ingredientes alimentarios: aspartamo, sucralosa, hierro dietético, B-caroteno, BPA (Bisfenol A), etc. ¡La IARC nos está matando!”.

La decisión del panel de expertos de la IARC de clasificar al glifosato como “probablemente carcinógeno para los humanos” creó un punto de reunión para que los enemigos de la agencia  reunieran fuerzas. Un documento clave de Monsanto que salió a la luz pública en los MonsantoPapers  revela el plan de ataque: desacreditar a los científicos del cáncer con la ayuda de aliados en la industria alimentaria.

Monsanto planificó su estrategia para responder ante la opinión pública. Asignó 20 empleados corporativos para prepararse para contrarrestar el informe de carcinogenicidad de la IARC sobre glifosato, con objetivos que incluyen “neutralizar el impacto”, “establecer una perspectiva pública sobre la IARC”, “desacreditar al regulador”, “fortalecer el punto de vista de Monsanto” y sumar ” cámaras y asociaciones industriales” a “la ola de indignación” contra la decisión de la IARC.

El documento identificó cuatro niveles de “socios de la industria” para ayudar a Monsanto en avanzar en los tres objetivos mencionados en el plan de relaciones públicas de la compañía: proteger la reputación del Roundup, evitar que las acusaciones “infundadas” de cancerígeno se popularicen  y “brindar cobertura a las agencias reguladoras” para que sigan permitiendo el uso de glifosato.

La red de “socios de la industria” de Monsanto al descubierto

La red de socios de la industria que utilizó Monsanto para desacreditar a los científicos de la IARC incluyeron a las organizaciones más grandes de lobby de la industria alimentaria y de plaguicidas, CropLife International, BIO y la Asociación de Productores de Alimentos; grupos derivados,  financiados por la industria como GMO Answers e International Food Information Council; y grupos sin rigurosidad científica como Sense about Science, Genetic Literacy Project y Academics Review, quienes reproducen mensajes similares y se citan entre ellos mismos, a menudo, como fuente de información.

 

Los documentos obtenidos por la Investigación de la ONG  U.S. Right to Know  arrojan luz sobre cómo estos grupos asociados trabajan juntos para promover el punto de vista de Monsanto sobre la seguridad y la necesidad de los pesticidas y los OGM.

Una serie de documentos revelaron cómo los agentes de relaciones públicas de Monsanto organizaron “Academics Review” como una plataforma de amplificación “neutral” desde la que podían lanzar ataques contra una lista de enemigos, incluido Sierra Club, el autor Michael Pollan, la película Food, Inc. y la industria orgánica.

Los arquitectos de Academics Review: los cofundadores Bruce Chassy y David Tribe, el ejecutivo de Monsanto Eric Sachs, el ex director de comunicaciones de Monsanto Jay Byrne y el ex vicepresidente del grupo comercial de la industria biotecnológica Val Giddings, hablaron abiertamente en los correos electrónicos sobre la creación de Academics Review como un grupo de choque para promover los intereses de la industria y atraer ganancias, mientras se mantienen ocultas las huellas dactilares corporativas responsables de la campaña.

Incluso ahora, con sus jugadas de manual expuestas, y su financiamiento principal identificado como proveniente de un grupo comercial financiado por Monsanto, Bayer, BASF, Syngenta y DowDuPont, Academics Review todavía anuncia en su sitio web que solo acepta donaciones de fuentes no corporativas ni relacionadas con la industria. Academics Review también afirma que la “revisión de cáncer de glifosato IARC posee falla en numerosos aspectos”, en una publicación del sitio web de relaciones públicas patrocinado por la industria, GMO Answers, el grupo estadounidense financiado por la industria Council on Science and Health, y en un artículo de Forbes, de Henry Miller, que fue escrito de manera fantasma por Monsanto.

Tanto Miller como los responsables de Academics Review, Chassy, ​​Tribe, Byrne, Sachs y Giddings, también son miembros de AgBioChatter, un servidor de listas privado que es mencionado en el plan de Relaciones Públicas de Monsanto como socio de nivel 2 de la industria. Los correos electrónicos de la lista AgBioChatter sugieren que se utilizó como foro para coordinar a los aliados de la industria en actividades de mensajería y cabildeo para promover los transgénicos y los pesticidas. Los miembros incluyeron personal superior de la industria agroquímica, consultores de relaciones públicas y académicos pro-industria, muchos de los cuales escriben para plataformas de medios industriales como GMO Answers y Genetic Literacy Project, o juegan roles de liderazgo en otros grupos asociados a Monsanto.

Genetic Literacy Project, liderado por el agente de relaciones públicas de la industria química Jon Entine, también se asoció con Academics Review para organizar una serie de conferencias financiadas por la industria agroquímica destinadas a capacitar a periodistas y científicos sobre cómo promover mejor los transgénicos y pesticidas y defender su desregulación. Los organizadores fueron, una vez más, deshonestos sobre el origen de su financiación.

Estos grupos se autoproclaman árbitros honestos de la ciencia incluso cuando difunden información falsa y se aproximan a los ataques histéricos contra científicos que plantearon inquietudes sobre el riesgo de cáncer del glifosato.

Una búsqueda de “IARC” en el sitio web del Genetic Literacy Project trae más de 220 artículos que reproducen el mensaje de la industria, calumniando a los científicos del cáncer como “ambientalistas anti químicos” que “mintieron” y “conspiraron para tergiversar” los riesgos para la salud provocados por el  glifosato, y argumentando que la agencia global contra el cáncer, la IARC, debe ser desfinanciada y abolida.

Muchos de los artículos anti-IARC publicados en ese sitio, o impulsados por otros aliados de la industria, ignoran las numerosas evidencias basadas en los MonsantoPapers que documentan interferencia corporativa en la investigación científica, y se centran en los informes engañosos publicados en Reuteurs por Kate Kelland, una periodista con estrechos vínculos con Science Media Center, la organización hermana de Sense About Science, un grupo que Monsanto sugirió en su plan de relaciones públicas para “liderar la respuesta de la industria” en los medios.

La batalla contra la IARC, basada en estos ataques, ahora ha llegado hasta el mismo Congreso, de la mano de los  republicanos, liderados por Lamar Smith quien trata de impedir que Estados Unidos siga financiando y aportando el dinero que gira  a  la IARC, la Agencia de Investigaciones sobre el Cáncer más importante del mundo.

¿Quién está del lado de la ciencia?

El cabildeo y los mensajes de Monsanto, para desacreditar al panel de cáncer de la IARC, se apoyan en el argumento de que otras agencias regulatorias han exonerado al glifosato del riesgo de provocar cáncer. Pero como han informado muchos medios basados ​​en los MonsantoPapers, dos investigaciones recientemente publicadas, hay numerosa evidencia que indica que  las evaluaciones de riesgos sobre el glifosato y su regulación se basan, en gran medida, de la investigación proporcionada por la propia industria, en publicaciones poco rigurosas o teñidas de conflictos de interés no divulgados, escritos de manera fantasma por la propia compañía y otros métodos de ataques corporativos poniendo  en riesgo la salud pública, como escribió el profesor de la universidad de Tufts, Sheldon Krimsky.

“Para proteger el desarrollo científico, uno de los pilares básicos de una sociedad democrática moderna, contra las fuerzas que la convertirían en la esclava de la industria o de la política, nuestra sociedad debe apoyar la existencia de barreras firmes  entre la ciencia académica y los sectores corporativos y educar a los jóvenes científicos y editores de revistas sobre los principios morales detrás de sus respectivos roles profesionales “, escribió Krimsky.

Los responsables de la gestión y diseño de políticas públicas no deben permitir que la ciencia desarrollada por las corporaciones sea quien guíe las decisiones sobre la prevención del cáncer. Los medios de comunicación deben hacer un mejor trabajo reportando y explorando los conflictos de intereses existentes en  los anuncios científicos corporativos. Es hora de poner fin a la guerra corporativa contra la ciencia y la investigación sobre el cáncer.

[1]  Stacy Malkan es co-directora de U.S. Right to Know y autora del libro “No es solo una cara bonita: el lado feo de la industria de la belleza”.