Un jurado determinó que la empresa agroquímica provocó el cáncer de Dewayne Johnson, quien informa a The Guardian que desea usar la victoria para cambiar la situación mientras aún pueda.
Sam Levin in San Francisco (@SamTLevin). Traducida por Juana Nicolaou.
Dewayne Johnson se queda mirando a la nada después de escuchar el veredicto sobre el caso contra Monsanto. Un jurado del estado de California ordenó que la empresa le pague 289 millones de dólares al ex encargado de mantenimiento de campos de deportes escolares que está muriendo de cáncer. Foto: Josh Edelson/AP
Dewayne Johnson procura no pensar en la muerte.
Los médicos dicen que este paciente con cáncer de 46 años de edad podría tener solo algunos meses de vida pero Dewayne prefiere no obsesionarse. En estos días, cuenta con una distracción simple: navegar y ver en las redes la atención internacional que se le presta a su vida.
Durante este último mes, este padre de tres hijos y ex encargado de mantenimiento de campos de deportes escolares está aprendiendo a vivir con lo bueno y lo malo de estar en el centro de atención, cuando un jurado del estado de California determinó que Monsanto provocó el cáncer que padece. El histórico veredicto contra la corporación fabricante de productos agroquímicos, que incluye una indemnización de 289 millones de dólares, ha despertado una profunda preocupación en el ámbito de la salud sobre el más famoso herbicida mundial y ha impulsado debates sobre el marco regulatorio en todo el mundo.
Johnson, que nunca se imaginó que se lo conocería en muchísimos titulares de prensa como “el moribundo”, todavía se encuentra procesando la histórica victoria.
“Accionar contra una empresa como esta, volverse un personaje público… Es todo muy fuerte”, señaló al diario The Guardian en una entrevista exclusiva, después del veredicto emitido el 10 de agosto pasado. “Sentí una responsabilidad enorme”.
Johnson, quien se hace llamar Lee, fue la primera persona en demandar a Monsanto, empresa dedicada a la producción de semillas y productos químicos y acusada de haber pasado décadas ocultando el riesgo de contraer cáncer que conlleva el uso de su herbicida. También es la primera persona en ganar. Este veredicto trascendental además estableció que Monsanto “actuó con malicia” y que sabía o debía saber que esos productos químicos eran “peligrosos”.
El legado de este fallo extraordinario podría hacerse sentir durante varias generaciones y Johnson dijo que está trabajando para que la victoria provoque el mayor impacto posible mientras aún tenga tiempo.
Entre tanto, la semana pasada Monsanto presentó documentación con la intención de desestimar el veredicto y evitar que la familia de Johnson reciba el dinero.
‘Suficientemente seguro como para beber’
El producto químico que cambió la vida de Johnson es el glifosato, que Monsanto comenzó a comercializar como Roundup en 1974. La corporación presentó el herbicida como un avance tecnológico que podría matar casi todo tipo de malezas sin que supusiera peligro alguno para los seres humanos o el medio ambiente.
En la actualidad, los productos Roundup están registrados en 130 países y aprobados para ser empleados en más de 100 cultivos. Y es posible hallar glifosato en alimentos, en fuentes de agua y en la orina de trabajadores agrícolas.
Sin embargo, las investigaciones realizadas durante los últimos años en reiteradas ocasiones han planteado la preocupación por los daños potenciales relacionados con el herbicida y, en 2015, la agencia internacional de la Organización Mundial de la Salud para la investigación del cáncer clasificó el glifosato como una sustancia “probablemente carcinogénica para los seres humanos”.
Johnson declaró que desconocía absolutamente los riesgos en 2012, cuando comenzó a trabajar como encargado de mantenimiento de campos de deportes para un distrito escolar público de Benicia, una población pequeña ubicada a 50 kilómetros al este de San Francisco.
Johnson disfrutaba del trabajo, ubicado cerca de Vallejo, su ciudad natal. Allí nació, se crió y aún vive con su esposa, Araceli, y dos hijos pequeños. En un video que posteó un día en las redes sociales desde el trabajo, se lo ve muy activo cumpliendo con sus obligaciones y les dice a los seguidores: “¡Me siento muy bien gracias a que tengo un empleo!” Y agregó que en una de las trampas atrapó un ratón y dijo: “¡Atraparon a Mickey!”
La función principal que cumplía en el distrito era trabajar como encargado del control integral de plagas, responsable de pulverizar con Roundup y Ranger Pro (otro herbicida de Monsanto que contiene glifosato) en algunas escuelas y campos de deportes de la zona. Algunos días, llegaba a rociar más de 560 litros, equivalente a varias horas de exposición.
Johnson explicó que no le preocupaban los riesgos para la salud, ya que las etiquetas de Monsanto no incluían advertencia alguna. En una capacitación, se le dijo que era “suficientemente seguro como para beberlo”. Además declaró que seguía las instrucciones de las etiquetas con mucho cuidado y atención, pues las leía cada vez que debía rociar. Y comparó ese proceso con la manera en que seguía las recetas cuando le tocó trabajar en un restaurante.
Para ser más cauteloso aún, usaba equipo de protección mientras rociaba. Sin embargo, a veces se producían pérdidas y una vez se empapó accidentalmente.
En 2014, después de alrededor de dos años de uso periódico, comenzó a tener sarpullidos y otras formas de irritación de la piel, y supo que algo andaba mal.
Recuerda que solía tener una piel perfecta. “Fue muy notorio para mí y para quienes me rodean. No era normal”.
Poco tiempo después, ya presentaba marcas en el rostro y lesiones espantosas en todo el cuerpo. Al principio, los médicos no entendían qué le estaba pasando.
Finalmente, supo la verdad: era cáncer y lo estaba matando. Cuando se enteraron, recuerda que Araceli rompió en llanto mientras que él se mantuvo estoico.
“No soy la clase de persona que tiene miedo de morir”, dijo. “Quería averiguar por qué estaba enfermo y qué podía hacer para luchar contra esa enfermedad”.
‘Me sentí absolutamente traicionado’
Johnson y Araceli se conocieron en una clase de pre-álgebra en un establecimiento terciario hace alrededor de 14 años. De inmediato se sintió atraída aunque un tanto asustada como para hablarle. Finalmente, su hermana se acercó a Johnson por ella ya que compartían la misma clase.
Este verano, durante el juicio que contó con una gran audiencia en San Francisco, marido y mujer describieron amorosamente su matrimonio y cómo el cáncer cambió todo también.
Johnson contó que solía hacer casi todas las tareas del hogar, incluso cocinar y limpiar, pero que no pudo seguir ocupándose de ellas después de que se enfermó. En un momento, estuvo tan mal que pasó un mes sin poder salir de la cama. Agregó que el cáncer lo había privado de muchas cosas, que ni siquiera pudo ir al velatorio de su tío ni a varias actividades de sus hijos, que ahora tienen 10 y 13 años.
Johnson padece un linfoma no hodgkiniano (LNH), también conocido como linfoma no Hodgkin. Es un tipo de cáncer que surge en los glóbulos blancos, afecta el sistema inmunológico y provoca lesiones en la piel. Algunas veces, ha sido tan doloroso y agotador que ni siquiera podía caminar o estar al aire libre en el sol. En otras ocasiones, señaló que le provocaba dolor el simple contacto de la ropa sobre la piel. Hubo períodos en los que la intimidad con su mujer fue simplemente imposible. En el juzgado, le agradeció a Araceli que lo haya acompañado en toda esa etapa de tanto sufrimiento.
Araceli declaró que debió conseguir dos empleos: uno en un distrito escolar local y otro en un hogar de ancianos, a veces con jornadas de 14 horas de trabajo. Y agregó que en ocasiones Johnson lloraba de noche cuando creía que ella estaba dormida.
Kahli, el hijo de 10 años que según Johnson quiere ser químico, una vez le preparó una “poción” en un intento por curar a su papá. Era una variedad de ingredientes de cocina seleccionados al azar y vertidos en una botellita azul.
“Era salado, dulce, alimonado”, señaló Johnson. “No estaba bueno”.
En un momento, cuando la piel comenzaba a empeorar, Johnson llamó a una línea de atención al cliente de Monsanto para hablar de la enfermedad que lo aqueja. Habló con una mujer que parecía estar leyendo un guion, quien le dijo que otra persona se comunicaría con él. Nunca le devolvieron el llamado y, por un tiempo, continuó rociando el herbicida en el trabajo.
No obstante, Johnson comenzó a realizar algunas investigaciones personalmente: “Quería conocer los datos”. Al final, se enteró de que existían estudios que relacionan el glifosato con el cáncer, dato que un supervisor de su trabajo después le mencionó.
“Me sentí absolutamente traicionado”, indicó. “Había perdido todo. Estaba tocando fondo”.
Johnson finalmente llegó al punto en el que sintió que un juicio sería la única esperanza, y la única manera de descubrir la verdad.
‘Espero un efecto dominó’
Más allá del resultado, Johnson v Monsanto siempre sería un juicio con valor periodístico ya que el juez permitió que el equipo de abogados del paciente con cáncer llevara argumentos científicos a la sala del juzgado. A través de los procedimientos llevados a cabo, se conocieron correos electrónicos internos de Monsanto enviados durante años. Los abogados de Johnson señalaron que mostraban cómo la empresa había rechazado una y otra vez la investigación crítica y las advertencias de los expertos.
Ciertas pruebas sugerían que Monsanto también había diseñado estrategias para “escribir en nombre de otras personas” investigaciones con opiniones favorables.
Monsanto, adquirida por el gigante farmacéutico Bayer a principios de este año, ha seguido argumentando que Roundup no causa cáncer y que los críticos son estudios “seleccionados especialmente” a la vez que se ignoran las investigaciones que demuestran que los productos son seguros.
El jurado no estuvo de acuerdo. Determinó que Johnson también merecía 250 millones de dólares como indemnización por daños y perjuicios, y 39,2 millones por pérdidas.
Cuando se anunció el veredicto, Johnson dijo que su cuerpo entró en una especie de shock por un momento.
Recordó que sintió como si todos los fluidos hubieran salido de su cuerpo y reingresado rápidamente.
El fallo unánime del jurado señala que los productos de Monsanto presentan un “peligro sustancial” para las personas y que la empresa incumplió con la obligación de advertir a los consumidores sobre los riesgos.
“Han estado ocultándolo por años y saliéndose con la suya”, señaló Johnson. “Deben pagar el precio por no ser honestos y poner en riesgo la salud de las personas con el único fin de obtener ganancias”.
Antes de conocer el veredicto, Johnson dijo que sus expectativas sobre el resultado eran nulas.
“Jamás hablé realmente con los abogados sobre ganar, ni sobre dinero ni sobre cantidades”, comentó y agregó que sí temía las consecuencias de una victoria de Monsanto: “Si perdemos, los datos no seguirán saliendo a la luz. Y esa sería la peor parte”.
Peram Esfandiary, uno de los abogados de Johnson, dijo que estaba admirado por la capacidad de Johnson para mantenerse optimista y centrado en exponer los datos y proteger otras personas de los peligros de Roundup.
“Este hombre está lidiando con la realidad de su muerte”, señaló. “Su vida está en juego debido a lo que pasó… Y estaba muy interesado en lograr que se supiera la verdad”.
Johnson afirmó que quisiera usar este lugar que se le ha brindado para continuar concientizando sobre el glifosato. Ahora promueve que el producto sea retirado de todos los campos de deportes y patios de las escuelas del estado de California. El distrito escolar de Benicia, su propio ex empleador, ya declaró que dejaría de usar glifosato. Y para Johnson, es un comienzo.
El caso podría alentar a los consumidores para que cambien los hábitos y busquen formas alternativas de manejo de las malezas. “Espero un efecto dominó y que las personas realmente se den cuenta y comiencen a tomar decisiones sobre qué comen y con qué rocían los campos”.
En la actualidad, Johnson se encuentra sometido a una quimioterapia de rutina y dijo que se siente mejor que hace tiempo. Los médicos dijeron que como mucho podría tener dos años de vida. También está centrado en su música y tienen planes de lanzar un EP con canciones de rap, que incluye uno titulado Not My Time (No era mi hora) sobre su lucha contra el cáncer y empuje a pesar de esta “sentencia de muerte prematura”.
Para Johnson, el caso nunca tuvo que ver con ‘derrumbar una empresa o derribar un imperio’. “Espero que [Monsanto] reciba el mensaje de que el pueblo de los Estados Unidos y de todo el mundo no es ignorante”, señaló. “Ya han hecho su propia investigación”.
Ahora quisiera ver que Monsanto agregue etiquetas de advertencia sobre el riesgo de contraer cáncer para que las personas puedan tomar una decisión informada. También espera que el juicio no se prolongue demasiado aunque supone que Monsanto continuará luchando de manera agresiva hasta el final. “Es lo que hacen grandes empresas como esa”.
Y señaló que tenía un pedido más para Monsanto, algo que sabe que jamás recibirá: Johnson espera una disculpa.