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Intoxicados: nuevos juicios contra el Roundup

Alberta Pilliod y su marido creían que el glifosato era como agua con azúcar. Lo usaron desde los años 70 con todos los resguardos, pero ambos tienen cáncer y encabezan el 3º juicio a Monsanto en EE.UU. Los abogados demandantes explican lo ocurrido hasta ahora. La ciencia, lo que se viene, y el rol de los Monsanto Papers. ANABEL POMAR

Y entonces sucede. Miles y miles de personas empiezan a querer informarse mejor, a preocuparse por una noticia que antes circulaba solo en pequeños grupos o estaba blindada para el gran público. Otra condena judicial en EEUU contra Monsanto lo hace posible: el herbicida más usado en Argentina puede provocar cáncer.

El nuevo veredicto señalando la culpabilidad de la creadora del Roundup tuvo en la prensa local más repercusión incluso que el primer juicio condenatorio en agosto de 2018. En menos de ocho meses Monsanto, ahora propiedad de Bayer, recibió dos condenas por sus acciones. Los miembros del jurado en el caso Hardeman vs. Monsanto encontraron a la compañía responsable por fallar en la advertencia del peligro cancerígeno del Roundup, de negligencia por no advertir de ese peligro y culpable del diseño defectuoso del Roundup. El pasado miércoles 27 de marzo de 2019 a la 2:52 pm se escucharon en la corte del Distrito Norte de California en Estados Unidos las siguientes palabras:

Pregunta 1: ¿Probó el señor Hardeman, por preponderancia de las pruebas, su demanda de que el diseño de Roundup era defectuoso?
Respuesta: Sí.

Pregunta 2: ¿Probó el señor Hardeman, por preponderancia de las pruebas, su demanda de que a Roundup le faltan las suficientes advertencias sobre el riesgo del NHL?
Respuesta: Sí.

Pregunta 3: ¿El Sr. Hardeman, mediante el predominio de evidencia, probó su afirmación de que Monsanto incurrió en negligencia al no tomar precauciones razonables para advertir sobre el riesgo de linfoma no Hodgkin que presenta Roundup?
Respuesta: Sí.

El jurado indicó también que por estas acciones Monsanto deberá indemnizar al demandante Edwin Hardeman con casi 81 millones de dólares.

El Roundup ya había sido encontrado, por este mismo jurado y en este mismo caso, responsable de producir cáncer LNH (linfoma no Hodgkin) el pasado 19 de marzo en la primer parte del proceso. La fase de causalidad llegó a la conclusión de que el Roundup fue un factor sustancial para causar el cáncer que afecta a Hardeman, y envió la disputa a una segunda fase para determinar la responsabilidad de Monsanto y los daños a pagar por enfermar con su producto.

En nombre de la ciencia

Esta rotunda condena es la primera en un juicio federal y en un proceso bifurcado, es decidir que fue dividido en dos partes según un escenario buscado por Bayer. Consultada por MU Aimee H. Wagstaff quien representó a Hardeman por la firma Andrus Wagstaff, cuenta: “El juez bifurcó el caso porque no quería que el jurado se dejara influir por la mala conducta de Monsanto a la hora de evaluar la peligrosidad el Roundup. Es decir, la primera fase fue y se basó solo sobre las evidencias científicas y el jurado encontró pruebas de esa relación entre cáncer y el Roundup”.

Acerca de las implicancias de este fallo y el mensaje que este da a productores que lo utilizan en nuestro país Aimee H. Wagstaff es categórica: “La exposición al Roundup no es segura, causa cáncer. Monsanto / Bayer continúan afirmando que “800 estudios” respaldan la seguridad de Roundup, pero eso no es cierto. Monsanto no mostró estos 800 estudios a ningún jurado, porque no existen. Si existieran, seguramente Monsanto se los habría mostrado al jurado, pero no lo hizo”. En cambio, durante la segunda fase, el jurado escuchó evidencias de que entre 1980 y 2012, Monsanto tuvo conocimiento de cinco estudios epidemiológicos, siete estudios en animales, tres estudios de estrés oxidativo y 14 estudios de genotoxicidad que vincularon sus productos Roundup con el cáncer. A pesar de conocer esos estudios que señalaban la peligrosidad, Monsanto nunca advirtió a los consumidores y se negó a realizar su propia investigación a largo plazo mientras mantuvo su producto en el mercado.

Hardeman tiene 70 años y comenzó a usar Roundup en 1986 para combatir malezas en su propiedad de 22 hectáreas. Usó el producto por casi tres décadas y siempre según lo indicado en las etiquetas. En febrero de 2015, se le diagnosticó un Linfoma No Hodkin, aproximadamente un mes antes de que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) reclasificara al glifosato, ingrediente clave en Roundup, como un “probable cancerígeno para humanos”.
El productor se suma al granjero Dewayne Johnson y se convierte así en la segunda persona en conseguir se condene a Monsanto. 11.200 demandas más esperan su turno en corte mientras los rumores de acuerdos extrajudiciales comienzan a rodar. Por ejemplo, mientras se escribe este artículo, se pospuso la fecha del cuarto juicio programado para mayo y el juez del proceso colectivo más numeroso (MDL) ordenó realizar una mediación entre partes con carácter de confidencial. ¿Será esta la nueva estrategia de Bayer en el escenario de condenas?

No hay dos sin tres

En estas semanas Alva y Alberta Pilliod –matrimonio de septuagenarios ambos enfermos de cáncer- en la Corte Superior del Condado de Alameda en Oakland, California enfrentan con los mismos argumentos a Monsanto: enferman, saben y ocultan la peligrosidad.
Los Pilliod usaron Roundup de manera regular desde mediados de los 70 hasta hace unos años atrás en varias de sus propiedades. La pareja dice que eligió al Roundup porque creía “era seguro” para ellos. Alberta afirmó en una entrevista que ella pensaba que el Roundup era “como agua con azúcar”.

En el juicio actual, el primero de la otra gran demanda unificada en el Judicial Council Coordination Proceeding (JCCP sus siglas en inglés), los abogados pertenecen al mismo equipo que patrocinó al jardinero Lee Johnson, de la firma Baum, Hedlund, Aristei & Goldman. MU dialogó con uno de ellos, Pedram Esfandiary, quien trabaja activamente en las demandas contra el Roundup desde 2017 y participó del juicio de Johnson; ahora representa a los Pilliods. Dice: “Lo que es significativo aquí es que Monsanto logró concentrar a las agencias reguladoras y al público solamente en el glifosato, mientras que lo que se está utilizando es Roundup, un producto mucho más peligroso aún por sus agregados. Al glifosato se le suman los sufractantes y otros químicos que aumentan la carcinogenicidad del producto. A todas esas sustancias también se le agregan impurezas que se producen como resultado del proceso de fabricación. Por ejemplo, el dioxano, que es un carcinógeno reconocido. Otro es el formaldehido, así como el N-nitroso glifosato (NNG). Estos son todos los carcinógenos individuales que se agregan al glifosato y que están en la formulación Roundup”.

Cartas que queman

Pedram Esfandiary enfatiza que las pruebas que brindan los papeles de Monsanto (Monsanto papers) son fundamentales para conseguir estas condenas. En esos documentos se muestra claramente -entre otras cosas- que Monsanto sabía de la falta de estudios propios sobre la formulación que está en el mercado, de los indicios sobre la peligrosidad cancerígena del glifosato, y en vez de ocuparse de ese tema dedicó millones de dólares al lobby y a interferir con agencias regulatorias y en la biblioteca científica. “Cada nuevo documento que se presenta como prueba se desclasifica y allí se convierte en una nueva pieza de evidencia pública. Los abogados de las cuatro firmas que trabajamos estos casos contra el Roundup contamos con una gran base de datos, que corre en un software especial, y cuyo contenido no puede ser divulgado hasta que una corte lo incorpore y lo permita”, relata Esfandiary, quien destaca que las admisiones de culpa por parte de la compañía son numerosas y contundentes.

Entre todos estos documentos existe un mail fechado el 17 de marzo de 2015, donde William F. Heydens, un científico de Monsanto, admite la peligrosidad cancerígena de la formulación. El correo electrónico enviado a su colega Josh Monken dice que el Roundup tiene niveles “bajos” de formaldehído cancerígeno y compuestos N-nitrosos cancerígenos. Además, Heydens escribe otro dato que estremece: “Muchos estudios toxicológicos para glifosato se han realizado en un laboratorio (IBT – Industrial Biotest) que la FDA / EPA descubrió generaba datos fraudulentos en la década de 1970”. Esta historia del nacimiento de los estudios de Monsanto en el IBT, conocido en la jerga como el “pantano”, fue incorporada como evidencia para el juicio en curso, ya que esos estudios comprobadamente fraudulentos se siguen citando como evidencias de la seguridad del producto incluso en papers científicos de 2015.